[OPINIÓN] El club |
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Compartimos la nota de opinión realizada por el presidente de nuestra institución, Daniel Gaggiottini, para el medio digital, Info Más Noticias
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Desde el diccionario, el club, como definición general, es
una asociación creada voluntariamente por un grupo de personas que comparten
ciertos intereses y que desarrollan conjuntamente actividades culturales,
recreativas y deportivas, amparados en los estatutos y con la conducción de una
Comisión Directiva. Los miembros de un club se asocian libremente con la
intención de enriquecer su vida social.
El club en el pueblo es un pilar fundamental para el futuro
de cientos de pibes y pibas. En estos tiempos, como referente social para la
comunidad, sigue dando pelea a la crisis económica y moral que se agudiza cada
vez más. El compromiso es de todos, dirigencia, socios y comunidad. Es
necesario trabajar en conjunto, para apuntalar el indispensable rol social que
lleva adelante.
Se trata de asumir que el Club necesita mucho más del amor
que de las razones, que es un estado del espíritu en nuestra vocación de
servir, poniendo lo mejor de cada uno para todos. Estar dispuesto a velar por
un contrato moral, simétrico de derechos y obligaciones.
La comisión directiva es la responsable de llevar los
destinos del Club, debe plantearse desafíos para crecer, progresar, mejorar,
fomentar la capacidad de cada integrante al máximo, que lo mejor está por
venir, tener aspiración, proyectos a corto y largo plazos, tener pensamientos
positivos, exitosos; luchar con valentía en la batalla cotidiana, a toda hora
hay temas pendientes.
El dirigente debe tener, pasión, ir más allá, crear, apostar
y sobre todo, el don del trabajo y la paciencia (paciencia: una palabra
sencilla de sugerir pero ardua de ejecutar), entonces necesitamos de tiempo
para madurar, en la maduración en que aparentemente nada ocurre, sin embargo es
un proceso interior, silencioso, imposible de apurar. Hay un sentido en todo
esto, y ese sentido se ratifica en cada paso del camino.
Debemos orientar nuestros esfuerzos fundamentalmente a la
infraestructura, a las actividades sociales y deportivas, atender todos los
aspectos, claro que para eso tenemos que contar con un capital importante de
recursos humanos. Todo está muy ligado, dado que el club es un crisol de
humanidades, púes cada persona se asocia y participa en la actividad que más le
interesa.
Sin duda, muchas veces pudimos haber actuado de otra manera,
pero accionamos del modo en qué lo hicimos y esta es la única verdad de nuestra
institución. La pregunta para responder no es "Qué otra cosa pudimos haber
hecho entonces" o "Qué hubiera pasado sí…". La pregunta que
cuenta es "Qué haremos hoy y cómo lo haremos". Se trata de observar
el pasado, sin ira y sin autocompasión, con la perspectiva del presente, y no
de enterrar el presente en el pasado. Siempre razono, lucho contra mí mismo,
del mismo modo que el Club lucha contra el Club. El Club nunca está satisfecho
consigo mismo, ¿no es cierto? No hay nada para reclamar sin antes participar.
No arriesgamos nada. Tan solo queremos que "nos lleven" y "que
nos traigan" e incluso que alguien haga el camino por nosotros. No somos
agradecidos ni reconocidos, tampoco lo somos con quienes, sin trascender,
forman parte de lo que llamo, club silencioso, que cumplen la promesa en el
ejemplo, en la solidaridad, en la verdad, en la participación y en el
compromiso. ¿Cómo trasladar estas pequeñas grandes experiencias a la realidad
de una conciencia de Club?
La responsabilidad de cambiar el perfil del Club está en el
accionar cotidiano de cada uno de sus socios. Se empieza por actuar en cada
espacio que uno ocupa con los logros que se quieren para el Club.
La gente que hace lo que siente, que es capaz de entusiasmar
(que es capaz de ponerle alma a las cosas), es capaz también de generar en
quienes están alrededor una excitación muy especial. Son gente que activa el
profesionalismo desde la pasión. (Liderazgo, Jorge Valdano).
Quizás sea tiempo, mientras resulte posible, de mirar en
lugar de ver, de escuchar en lugar de oír, de cerrar los ojos, contemplar e
imaginar un club maravilloso para nuestros hijos y nietos.
Daniel Gaggiottini, presidente del Club Maciel
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